A sus 42 años, Ruddy Rodríguez tiene aún el rostro de la recordada Niña Bonita (la telenovela que la catapultó al estrellato criollo en 1988). Su cuerpo -sin signos aparentes de quirófano- sigue siendo el de una Chica Bond (rol con el que hizo su discreta incursión en Hollywood en la cinta The Living Daylights, de 1987). En persona, desborda la misma simpatía y el humor con los que se le ha visto delante de las cámaras. "Me gusta burlarme de mis propias metidas de pata, para no sentir que, en efecto, las metí", dice riendo. En estos momentos, la actriz se prepara para asumir, una vez más, el rol de Joannel, la protagonista de la comedia teatral Una mujer con suerte, un monólogo -a reestrenarse el próximo miércoles 29 de abril en Corp Banca- que le escribiera su hermano Romano Rodríguez. "El unipersonal tiene la ventaja de que, fácilmente, agarras tus 'cachachás' y lo presentas en cualquier parte del mundo; de hecho, con esta obra he visitado Los Ángeles, Miami, Ciudad de Panamá, Quito, Guayaquil, Bogotá, y, acá en Venezuela, he hecho varias giras nacionales. Ésta es la tercera".
La pieza versa sobre una fémina que, antes del fin de una relación sentimental, congela el semen de su marido con el objetivo de practicarse, a futuro, una inseminación artificial. El argumento permite consultarle su vínculo con la maternidad. "Sí, quiero ser mamá muy pronto", resume sin entrar en detalles. Actualmente -tal y como se reseñara en muchos medios locales- Ruddy está asumiendo su debut como productora ejecutiva de la película Venezzia (pronto en postproducción), que escribió junto al venezolano Edgar Ramírez y que protagoniza junto al mexicano Alfonso "Poncho" Herrera, ex integrante de RBD, bajo la dirección de Haik Gazarian, ex mánager de la artista.
Eso sin contar que no ha abandonado su rol como pequeña empresaria, gracias a Ruddy Rodríguez Cosméticos, compañía (con sede en el Centro Sambil) con la que recientemente llevó sus productos a Qatar y Siria (gracias al éxito de sus telenovelas por aquellos lares). Desde 1989, es una celebridad en la Hermana República, así como en otros países de Latinoamérica. Tiene un año viviendo, definitivamente, en Bogotá (según cuenta antes sólo iba y venía), junto a su actual pareja, el rejoneador Juan Rafael Restrepo. "Soy feliz", dice en alusión al referido romance. Próximamente, se le verá también en la nueva serie juvenil de Venevisión llamada Qué clase de amor, original de su amigo Benjamín Cohen, en donde tendrá una participación especial, durante cuatro capítulos, haciendo las veces de Aurora, una exótica vidente que predecirá la suerte de Stefanie, la antagonista de la historia (interpretada por la joven modelo Mayela Caldera). En definitiva, suerte no le ha faltado. Su fortuna es, pues, el punto de partida de esta conversación.
Más allá del tarot
•¿Crees en la suerte?
"Suerte es una de mis palabras favoritas. Cada vez que algo bueno me sucede digo: '¡Qué suerte que se me dio!'. También uso mucho: '¡Qué éxito!'. Creo que la suerte se la hace uno mismo con la ayuda de Dios. No en vano la Biblia dice: 'Ayúdate que yo te ayudaré'".
•¿A ti nunca te han leído el tarot como lo hace Aurora, tu personaje en Qué clase de amor?
"Jamás. Es que yo mi suerte no se la dejo al tarot ni al las piedras ni a la lectura del tabaco ni a la lectura del cigarrillo ni a menganito, que 'es un brujo buenísimo'. ¡Ojo! Respeto la verdad de cada quien. Tengo amigos católicos, evangélicos, santeros y 'brujildos'. Y es rico filosofar con ellos sobre nuestras creencias. El mejor ejemplo de tolerancia ha sido el Papa Juan Pablo II, que invitó a todas las religiones a unirse".
•¿Y qué dice la cienciología de la suerte?
"La cienciología dice lo mismo que te acabo de comentar: tu suerte depende de ti. Entre otras cosas, tú decides si te amargas por las cosas negativas que te pasan o, simplemente, escoges ser feliz. Los cienciólogos somos seres humanos".
•¿Alguien ha dicho lo contrario?
"Muchas veces, por ignorancia, se inventan muchas cosas sobre esta religión. Es mentira que comamos placenta o que seamos marcianos. Yo no tengo nada raro, ¿o sí? Mírame y dime (se comienza a desprender los restos de una capa de látex que tiene debajo de sus ojos)... No, ya va, estas arrugas son por el látex que me pusieron hoy para la película que estoy terminando (se refiere a su personaje en Venezzia). No vayas a poner: 'Ruddy está vieja' (risas)".
•Pero sí tienes la suerte de Dorian Gray…
"(Risas) Así me dicen. No sé, para mí las arrugas y el espíritu van juntos. Si tú tienes tus cuentas saldadas, si no eres envidioso, si estás bien, eso se refleja en tu rostro. Así que antes de hacerse un 'arreglito' (se refiere a la cirugía estética) por fuera, más vale acomodarse por dentro".
•Es decir, de momento, no te harías una cirugía estética…
"Hasta ahora no la he necesitado. Imagino que en algún momento lo haré. Pero estoy clara en que no voy a verme bien si no hago el bien".
•¿Qué pasaría si te ofrecieran el papel de abuela en una telenovela? Tomando en cuenta los cánones de la edad que imperan en nuestra televisión… "Pues les digo: '¡Su abuela!' (risas). Te cuento que, en este momento, a escala internacional, las mujeres de 40 años son afortunadas en el mundo del espectáculo. ¿Sabes cuántas protagonistas de series exitosas tienen más de 40? Desperate Housewives, Grey's Anatomy, Sex & the City…".
•Nada que ver con Niña Bonita…
"(Sonríe con nostalgia) Fue la primera protagonista con pelo corto. ¿Te acuerdas? Todavía mucha gente me dice así en la calle. Eso sí fue tremenda suerte: protagonizar una telenovela que se convirtiera en una referencia".
•¿Otras que sean una referencia para ti?
"Cuando estaba separándome de mi anterior pareja, me ofrecieron La Ex en Colombia. Dime si eso no es terapéutico (risas). Me dije: 'estoy fregada, pero voy a pasar este duelo con humor'. Si nos vamos hacia atrás tengo que nombrar Amores de fin de siglo, de Leonardo Padrón, donde interpreté a Lejana San Miguel, una prostituta que hacía performances con música de Vinicio Adames y coreografías de Antonio Drija, un venezolano que ahora está en el Cirque Du Soleil. ¡Qué lujo!, ¿no?".
•¿Algún galán con el que te sintieras privilegiada trabajando?
"El colombiano Víctor Mallarino en El Inútil. Antes de comenzar las grabaciones me dijo: 'Voy a luchar porque los protagonistas queden juntos'. Y yo le dije: 'Víctor, por favor, la telenovela se llama El Inútil, ¿cómo van a quedar juntos?'. Y tal fue la vuelta que le dio a su Mirando Zapata, que, en efecto, hizo que él y Rubiela, mi personaje, quedaran juntos al final. Además, Víctor me dirigió en Amas de casa desesperadas (la versión latina de Desperate Housewives que transmitió recientemente Televen) y eso también fue un lujo".
•Otro galán que te venga a la mente…
"El peruano Diego Bertie en Amantes de luna llena (Venevisión, año 2000). Me dio uno de los regalos más bellos de mi vida: estábamos grabando una escena encima del tepuy Roraima y, en uno de los descansos, después de que yo había escuchado por primera vez el sonido del silencio, él se puso a entonar Music of the Night, del musical El fantasma de la ópera. El camarógrafo y yo nos pusimos a llorar de la emoción. Después de ese maravilloso momento le regalé un libro sobre Venezuela y, en las páginas del Roraima, le coloqué: 'En este lugar escuché por primera vez el sonido del silencio. Este es mi país'".
•¿Cuál es la suerte del pueblo venezolano?
"Pues tenemos la fortuna de ser buenas personas, confiados y dicharacheros. Además, no somos doble cara. Pero, en definitiva, para correr con mejor suerte, tenemos que volver a unirnos. Estamos viviendo unos tiempos de 'Me miras feo y te pego un tiro'. Y la única oportunidad de salir adelante es la unión. Por otra parte, mientras no tengamos el sentido de pertenencia que tienen con sus países los mexicanos o los colombianos, no vamos a prosperar. Mientras no pensemos: 'esta playa es mía, esta calle es mía, por lo tanto botaré la basura en su lugar', no vamos para el baile. Mientras no asumamos una buena cultura de servicio tampoco. ¿Cómo es posible que uno entre a un establecimiento, diga 'buenas tardes' y tenga que repetirlo mil veces hasta que la persona diga 'buenas tardes'?".
•¿Te ha pasado?, ¿no te piden un autógrafo más bien?
"En muchos casos no me reconocen y lo prefiero así. Porque no se trata de que yo piense que me merezco ser tratada por ser Ruddy Rodríguez, sino porque soy un ser humano. Tú vas a mi tienda y siempre serás tratado con un 'por favor', un 'hasta luego', un 'gracias'. En otro orden de ideas, acá tenemos la suerte de contar con los recursos para hacer un buen turismo, pero no lo hacemos. Teniendo uno de los mejores cafés del mundo no hemos inaugurado un museo del café, por ejemplo. No podemos seguir viviendo, exclusivamente, del 'chorro' de petróleo. También producimos el mejor cacao, tenemos unas camaroneras espectaculares y hasta el mejor ron, pero el mayor empuje siempre es el del sector petrolero. Tenemos unas fortunas que ya muchos países quisieran tener, pero… ¿estamos dispuestos a sacarles provecho? No lo sé".
•¿Sientes que los colombianos son unidos? ¿Corrieron con esa suerte?
"Los colombianos tienen la suerte de levantarse después de grandes tragedias. Es un pueblo que tiene 40 años de guerrilla y sigue en pie. Y sí, está unido. Es la mejor prueba de que un país lo hace su gente".
•Volviendo a Venezuela, ¿quedó atrás aquel rumor que te unía al presidente Hugo Chávez?
"Quedó atrás, pero vuelvo a repetírtelo: no tengo ninguna relación con el señor presidente. Lo que sí tengo son influencias para cambiar mi país. Y no sólo yo, las tiene cada uno de los venezolanos... siendo productivos. Ronald Hubbard (estadounidense fundador de la cienciología) dice: 'La productividad es la base de la moral', y tiene toda la razón. Porque mientras tú estés produciendo estás generando dinero, energía positiva y, sobre todo, no estás criticando al prójimo. Si, además de eso, te permites soñar y después hacer todo lo que esté a tu alcance para que tus sueños se hagan realidad, pues mejor".
•Sueñas a la Miss World Venezuela que fuiste en el 85…
"Pana, es que el Miss Venezuela es otra suerte. Yo he visto trampolines y el Miss Venezuela (risas). Yo diría que ese certamen es, más bien, un tobogán con tirabuzones, por la oportunidad que representa para las que participamos allí, por el aprendizaje que nos deja. En la época del Miss Venezuela tenía lo mejor de los dos mundos porque venía de hacer teatro en Rajatabla. Y una vez que ya gozaba de cierto reconocimiento en televisión, el grupo me llamó para celebrar sus 15 años y asumir, en el teatro, el rol de Julieta en Romeo y Julieta. Y lo máximo que uno puede pedir, como actriz, es ser una heroína de ese talante, como Julieta, Sor Juana Inés de la Cruz o Manuela Sáenz".
•En definitiva, ¿crees que naciste con buena estrella?
"Chamo, yo nací en El Conde y estudié en el liceo Antonio Guzmán Blanco, de El Paraíso. La buena estrella fui haciéndomela cuando descubrí quién era yo y lo que quería hacer con mi vida. Para mí, el orden correcto es: ser, hacer y tener. Lo demás es tener en cuenta que Dios siempre está presente y pedirles la bendición a tus papás".
Por Pablo Blanco. Fotos: Camilo Carvallo
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