lunes, 14 de abril de 2014

"La vida aunque sea difícil no la pongas más difícil"


La actriz Ruddy Rodríguez forma parte de la fundación “Camino a la felicidad” que tiene como misión educar a los niños de la comunidad y enseñarles cada valor y principio que los ayudará a ser mejores personas en el futuro.

“Camino a la felicidad” ofrece charlas en fundaciones de diversas zonas del país. En esta oportunidad la fundación “Mano e´ Tambor” abrió sus puertas a la protagonista de la película venezolana La casa del fin de los tiempos, para orientar y apoyar a los niños del sector Monterrey, municipio Baruta.

Además, les facilitan a los jóvenes un libro llamado Camino a la felicidad, donde enseñan valores como la tolerancia, paciencia y principalmente el trato con el prójimo. Integrantes de la fundación aseguraron que la lectura ha sido motivo de reflexión y de mejora para sus vidas.

“Yo quiero que cada persona y cada niñito salga de su casa sabiendo que son las drogas” porque cuando uno sabe lo que es malo se vuelve una persona certera, explicó Rodríguez.

La venezolana comentó que las personas saben cuando son felices en el momento que se despiertan y sienten que será un día bueno, a pesar de los malos momentos. “La vida aunque sea difícil no la pongas más difícil, pon de tu parte y haz algo”, declaró.

La actriz viene de una familia humilde y de bajos recursos. Sin embargo, aseguró haber recibido una “excelente educación” en una institución pública. También expresó que compartía los zapatos de la escuela con su hermana, ya que calzaban la misma talla y estudiaban en diferentes horarios: ”Yo compartía los zapatos con mi hermana cada vez que llegaba del colegio”.

Por su parte, reveló que hace algunos años padeció de cáncer, pero la diagnosticaron a tiempo. No obstante, fue operada y no pasó a mayor problema.

“La gente piensa que el artista es casi perfecto pero tenemos imperfecciones”, porque salir en una pantalla de televisión no los hace diferente a nosotros, “somos personas que padecemos y sentimos como cualquier otra”, acotó Ruddy Rodríguez.


fuente: Globovision

Ruddy Rodríguez: UN ALMA REBELDE

Si alguien ha hecho con su vida exactamente lo que se le ha antojado es Ruddy Rodríguez. Amabilidad, espontaneidad y alegría se dan cita en su personalidad y hablar de cualquier tema con ella termina en una carcajada segura. Mientras tanto todo encaja y en cuestión de minutos se entiende por qué es tan importante en la evolución de nuestra televisión y cuál es la razón del cariño pregonado por el público.



Desde que resultó a último minuto concursando en Miss Venezuela estuvo claro que no era una soberana estándar. De hecho, hacía años que estudiaba teatro pero sin saber cómo llegar a un set de grabación se la jugó y decidió convertir en trampolín algo que nunca había cruzado su cabeza, ser reina.
Desde eso han pasado tantos años que ya no lo recordaba, pero por estos días alguien le mostró el video del certamen y ella confirmó que en ese entonces su respuesta había sido que soñaba “ser una granactriz”. Ahora, con orgullo, se ríe diciendo: “¡Lo logré!”.
Precisamente cuando regresó de Miss Mundo, fue un director argentino quien le dio su primera oportunidad. Recuerda tanto sus ganas de demostrar que era actriz y no reina, que aceptó interpretar a una mecánica en Enamorada, novela venezolana. Para ello se cortó el pelo y alejó de sí todo lo postizo dejado por el reinado (aunque nunca se dejó operar) y tan llena de grasa como pudo, luchó por demostrar que sí sabía actuar.
Una lista de éxitos
Una vez en Colombia fue ella quien protagonizó las primeras novelas colombianas vendidas en el exterior (Las Ibáñez y Pasiones secretas). Y también la elegida para cargar sobre hombros la responsabilidad de hacer exitosa El Magnate, la primera producción de nuestro país realizada completamente en Estados Unidos.
Podríamos seguir con la lista de récords -de hecho protagonizó Venezzia, la película venezolana más premiada en el exterior-, pero tendríamos que ampliar el espacio porque son muchos. Así que Ruddy siente que en cuestiones de actuación ya puso su bandera en la cumbre de la montaña, y por eso solo actúa cuando realmente le interesa la producción.
De hecho, la regla de oro que rige al decidir hacer un papel es que le exija una transformación, pues dice saber muy bien quién es ella. Gracias a la diversidad de sus personajes sabe usar sable, espada y todo tipo de revólver; conoció la sensualidad que llevaba dentro, juega beisbol bastante bien –bueno, eso también por ser venezolana- y en algunas ocasiones ha gozado de total libertad para recrear a determinadas mujeres.
Por supuesto, su nombre se convirtió en un producto taquillero. Y a pesar de ser ama y señora de los candelarios del 92 al 96, nunca dejó de sentir vergüenza al vestir un traje de baño. De hecho, cuando se agotó completamente de esa actividad, decidió que no haría nada que fuera innecesariamente “ligera” de ropa. Fue tan rotunda esa decisión, que solo hasta hace tres años hizo su primer desnudo en cámara (para la película Venezzia).
Seguramente esa escena no fue memorable solo para ella, pues entre risas recuerda cómo, en plena grabación, la agarró “la llorantina”. “El director me preguntaba: ‘¿Pero por qué llora?, y yo respondía: ‘Porque no quiero que tú, ni tú, ni tú… ¡me vean!’. El que me calmó fue ‘Poncho’ Herrera (exintegrante de RBD), que me repetía: ‘Tranquila, es conmigo, no te preocupes, yo te cuido’… ¡El jovencito consolando a la señora! (risas).
Pero la verdad –continúa divertida- salió bellísima la escena, fueron súper delicados. Además me encantó haberlo hecho con alguien que no es amigo mío, que no es mi compañero de trabajo venezolano ni colombiano sino alguien que no me conocía para nada”.
La casa del fin de los tiempos
A finales de abril se estrenará en nuestro país la alabada película La casa del fin de los tiempos, primera película de terror venezolana en la que Ruddy interpreta a una mujer a los 45 y 75 años. Para ello afrontó sesiones de maquillaje de 10 horas que comenzaban a las 3 de la mañana, una prueba de paciencia que no pasó en todo momento.
- El director (Alejandro Hidalgo) se le acercó sin el libreto y le pidió firmar una carta para poder comenzar el rodaje. ¿Qué la hizo aceptar semejante propuesta?
Estaba en un evento de El Camino a la Felicidad (asociación sin ánimo de lucro a la que ella pertenece hace 13 años), él se me acercó y me hizo esa petición. Mientras yo le preguntaba: “¿Cómo te voy a firmar si no he leído el libreto?”, pensaba “este, o es muy descarado o hay que ayudarlo”. Y recordé que a mí también me ayudaron, así que le respondí: “Te firmo, pero esto no quiere decir que vaya a hacer la película”. Cuando aceptaron el libreto en el CNAC (Centro Nacional Autónomo de Cinematografía) él me lo hizo llegar y después de leerlo le dije: “Ok, vamos a hacerlo”.
- Hacer cine de terror en Latinoamérica es un acto de valentía…
Siento que de por sí hacer cine en Latinoamérica lo es, pero cine de terror… Es decir, en Venezuela vivimos un terror todo el tiempo, pero es un terror sicológico, vivido en toda América Latina.
- Interpreta a una mujer atormentada en dos momentos de la vida, en un argumento muy interesante…
Lo es y no sé cómo se le ocurrió a Alejandro. Me impresiona porque me dirigió a sus 25 años (ahora acaba de cumplir 27) y además tenía la película clara como nadie. Me encantó haber dicho que sí y aceptar maquillarme durante 10 horas…, aunque quería matar de vez en cuando a los maquilladores.
Realmente él no esperaba el éxito que ha tenido. Pero hace lo mejor que puede con lo que tiene y además se consiguió una súper actriz que le cobró dos chupetas y un caramelo y que quiso transformarse físicamente para encaminarnos en esta aventura. Ya pasamos a ser “la película más taquillera en Venezuela” y estamos fascinados por eso.
- ¿Fue difícil verse… vieja?
Lo difícil era empezar jornada a las 3 de la madrugada, por obvias razones. Y las 3 de la tarde, cuando solo llevaba unas dos horas filmando, no tenía paciencia ya. De hecho, creo que es la primera vez que logro que un set sea silencioso, pues tenía los niveles de irritación por el cielo (risas).
Cuando terminé de rodar me quité el maquillaje a las 2 de la mañana, a las 3 estaba bajando al aeropuerto, a las 6 abordando el avión y a las 11 en el bautizo de mi sobrina, con unos lentes grandísimos y 50 cupcakes en la mano. ¡Eso lo hago yo y el Pato Lucas!”.
FUENTE: ElUniversal