—¿Le reta interpretar a una mamá en la serie Mentes en shock?
—Hago de la mamá de una chiquita que tiene trastornos de timidez, no le gusta el público, le da pánico. Yo seré una mujer un poco loca, tapa huecos, ocultando lo que le pasa a su hija. Ella siempre está disimulando. Todo comienza en la fiesta de 15 años de la niña.
—¿Ya no le importa ser la protagonista de la historia?
—Son etapas. Yo me divertí muchísimo porque mi personaje es la esposa de un “traqueto”. Me hicieron en la pollina un copete que se usaba en los años 80. El personaje tiene muy mal gusto para vestirse. Una mujer nueva rica, muy barata. Además sale a relucir la cantante que nunca pudo ser, la anfitriona y presentadora que nunca fue. Esta vez agarra el micrófono en los 15 años de su hija y se desahoga. Da mucha pena, tiene esa carencias de alma, de principios, de ser amable con su hija. Agradezco esta clase de personaje más que la protagonización.
—¿Puso algunas condiciones para este papel?
—Cuando yo leí el capítulo creí que me había tocado la típica mamá cariñosa y buena gente. Hablé con el director para cambiarla y construimos una mamá hijo’e... una mala madre, muy desgraciada.
—¿Qué le aportó usted al papel?
—Me puse uñas largas, la hice muy impaciente. Los padres tienen tanta responsabilidad por lo que le pasan a los hijos. Siempre es una reflexión. No se le puede restar importancia a la relación madre e hija. La madre se escudaba diciendo: “ella es así, como loquita”.
—¿Cuánto le suma o le resta trabajar en el formato de serie de TV?
—El formato me fascina. Se hacen muchas cosas que no puedes lograrlo en una telenovela ni en una película. Le dije a los directores que me impresionó como se ve Bogotá desde otros planos, se confunde con otras ciudades cosmopolitas del mundo. Y me puse a pensar en Venezuela, empecé a maquinar qué puedo hacer.
—¿Qué puede hacer?
—Lo mismo que logré con Venezzia: mostrar a Venezuela de una manera distinta, no la de los malandros, fue un logro. ¡Ojo!, no usaría ese formato para una historia de época, sino contemporánea porque esos planos pueden encontrar la cara más bella o la más horrible del país.
—¿Eso quiere decir que ya tiene nuevo proyecto?
—No. No tengo presupuesto. Prefiero no hablar. No tengo nada seguro.
—¿Y qué puede adelantar?
—Justo esta semana hablé con Alfonso “Poncho” Herrera y le propuse que en la próxima película fuera productor, y no actor. Me contestó: listo. Que una persona como él, quien se encuentra en plena efervescencia de su carrera, me diga sí de una quiere decir que hubo confianza en mi trabajo. Además me dio la buena noticia que “Venezzia” se estrena en México. Es una cosa loca después de un año, pero estoy contentísima y con unas ganas inmensas de volver a rodar otra película.
—¿Ha tenido la oportunidad de verse con un psicoanalista?
—Nunca. La mentable o afortunadamente no creo en la psiquiatría. No me gustan los psiquiatras. No me gusta ninguna pastilla, no se la recomienda a nadie. Nunca me verán en público diciendo: “Dale al Ritalin, o viva el Prozac”. Una de las cosas por la que me gustó Mentes en shock es que sensibiliza la psiquiatría a través de lo humano. No es posible que a estas alturas exista la lobotomía, las operaciones parafrotales que te quitan la habilidad y te quedas en vida vegetal. Ni ahora ni nunca. Lo digo sin anestesia y sin rodeos. Siento que existen unos daños terribles e irreversible.
—¿A qué se debe esa situación?
— Sólo debe preguntarte por qué este niño entro a un restaurante a pedir dinero para comer, por qué ese francotirador mató a sus compañeros de clase. ¡Averiguen! Seguramente ese niño o esa persona tiene Ritalin o Prozac medicado. Esas pastillas conducen al suicidio. Nadie le paró a Elvis Presley ni a Marilyn Monroe ni a Michael Jackson. Nadie se ha hecho responsable de esas muertes. No puedo estar de acuerdo con esto.
—¿Cuál sería la cura?
—Buscar ayuda. Busquen a una persona que tenga la paciencia de escucharlo. Hay muchas instituciones, hay iglesias y grupos de apoyo. Yo le digo a la gente que hable, que se comunique, que no se quede callado. Mientras más te lo guardes más sufres. Tiene que ser alguien que tenga mucha paciencia y que quiera ayudarlo. La depresión es el peor cáncer para una persona. No se permitan ser parte de un experimento psiquiatrico. Yo les puedo ofrecer mi seminario Las claves del éxito como herramientas para la felicidad.
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