Lo supo cuando en la calle la gente ya no decía: "Esa es Ruddy Márquez, la Miss", o "Ahí va como que es Miss Anzoátegui, ¿no?". Lo supo cuando, no una sino varias personas, comentaban "¡Mira a Ruddy Rodríguez!".
Pero realmente lo entendió cuando su papá, Pedro José, le aconsejó "tu nombre vale y debes saberlo aprovechar para bien". Y en eso está: "Llevo 23 años haciéndome un nombre".
Su nombre es su negocio, su mejor capital, el que genera dividendos. Por eso, consciente de "lo desprotegidos que están los artistas", y de que la juventud no es para siempre, la actriz y modelo decidió estabilizar su futuro y el de su familia con un comercio donde participan todos.
Hace ocho años se instaló en un costado del Centro Comercial Sambil, no muy concurrido, con "Ruddy Rodríguez Cosmeticos". Tres años después se mudó a un local más visible dentro del mismo emporio comercial. Todavía las personas que pasan por enfrente se sorprenden de verla tras la vidriera, acomodando cosas. Pero no dudan en entrar, tomarse su foto, pedirle su respectivo autógrafo, al que ella accede con paciencia budista y simpatía.
Detrás de la caja está la suegra de su sobrino. Su hermana Rina es gerente general desde Valencia, donde está otra casa "Ruddy". Antes tenía dos más: una en Maracaibo y otra en El Recreo, pero prefirió "tener dos buenas que cuatro regulines".
El modelo de atención es más que una venta de productos. Hay un maquillador que asesora, atiende y dicta talleres, "Aquí salen con su tocado de boda y todo".
La marca la registró en laboratorios de Los Ángeles y Nueva York y no se pierde una feria de maquillaje. Aunque hizo de Bogotá su casa, viaja a Venezuela con frecuencia y la gente en el Sambil lo sabe.
No lo volvería a hacer Errores cometió, y varios. El primero fue pensar que por ser famosa el público compraría a rabiar sus productos. El otro, creer que las ganancias las vería en meses. "Transcurrieron unos dos años para ver los frutos". Pero a la hora de hacer balances confiesa que ser neófita en materia de finanzas le provocó algunos tropiezos, que no volverá a cometer. Sin entrar en demasiados detalles, recuerda que hace cuatro años sufrió un cataclismo económico y se levantó. "La actitud lo es todo en la vida", sentencia. También de esa experiencia le quedó una máxima para los negocios: evitar el "50-50".
Como su propia imagen es el centro de su imperio, se rige por principios éticos: cero comerciales de alcohol, cigarrillos, medicinas, ni detergentes. Porque aquello que le dijo su papá, es ley.
fuente: entornointeligente
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