En lo que ella misma denomina como sus 23 segundos de gloria como chica James Bond al lado del poco recordado Timothy Dalton, también tenía el respaldo de sus manchas secuaces. Ruddy Rodríguez sospecha que aparecieron gracias a dos escenarios: las horas dedicadas al baloncesto en donde, además, conoció a su primer novio, y la natación, única afición que le podían pagar sus padres porque su verdadera inclinación era la danza clásica.
“A mí hay una corona que nadie me ha podido quitar: yo fui primero actriz y luego Miss Venezuela”, dice para recordar que comenzó en el grupo de teatro Rajatabla y después de su incursión en el mundo ajeno de los desfiles, los jurados y las chaperonas, apareció en la novela Niña bonita, su inolvidable debut.
A Colombia llegó en los años 80 como protagonista de la serie Nicolasa y Bernardina, Las Ibáñez. Allí aprendió que un actor con apuntador podría convertirse en un simple loro con habilidad para repetir y repetir. A ella aquello de imitar le quedaba como un traje sobre medidas. A eso se había dedicado a la espalda de su mamá, una italiana de ojos verdes que nunca perdió el acento y a quien le copió más de un dicho. Sin embargo, Ruddy Rodríguez está sobre el planeta para mucho más que imitar. A su favor siempre ha tenido la condición para asumir posturas corporales ajenas, una voz con características de camaleón y una disposición única para emprender proyectos y arriesgarse a hacer algo distinto.
Cuando no estaban en boga los calendarios, se aventuró a hacer uno y con más pena que agrado posó para las fotos que en ese entonces eran mucho menos retocadas que en la actualidad. “Odio la vulgaridad y no me gusta exponer mi cuerpo de esa manera. Antes pensaba que sería incapaz de empelotarme y ahora ratifico ese pensamiento”, comenta la venezolana, que se lanzó a la conquista internacional con un papel de reparto en la serie española Brigada central, protagonizada por Margarita Rosa de Francisco. Allí un director le dijo que su apellido era muy difícil de pronunciar y que debería aprovechar su ancestro italiano y adoptar el apellido materno, De Lucía. A esta propuesta indecente, ella contestó con un categórico “no”, como forma de respeto al público latino que ya estaba relacionado con su nombre.
Después de esta participación, Ruddy Rodríguez ha protagonizado novelas como Pasiones secretas, Agua marina, El inútil, Cómplices, entre muchas otras. “Rubiela, a quien le decían Rubiola, ha sido uno de los personajes más acertados porque logramos que no la vieran como una bruja porque se debatía entre los dos amores. Víctor Mallarino desde el comienzo me dijo: ‘Yo me voy a quedar con Rubiela’ y yo le decía: ‘Imposible, la novela se llama El inútil y lo lógico es que Rubiela se quede con el protagonista’. Al final, Mallarino tenía razón”, dice la actriz, quien disfruta ahora el hecho de actuar en historias para adultos y no para adolescentes.
Por eso participa en la pieza teatral Ella en mi cabeza, de Óscar Martínez, en la que interpreta a Laura, una suerte de aparición que pasa con facilidad de ser una dictadora a una actriz española de porno. Ruddy Rodríguez nunca había hecho teatro en Colombia, aunque tiene un monólogo desde hace 10 años con el que ha viajado por América Latina, y decidió aceptar la oferta por darse el lujo de decir: “Yo estuve también en las tablas”.
FUENTE : /Elespectador.com
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